¿Cuál es el alcance de la dimensión social y ética de un empresario?

La acción de un empresario en materia de responsabilidad social en múltiples ocasiones se deriva de una visión, muy personal, de la sociedad que quisiera llegar a ver.

Rossabeth Moss Kanter, dada su vasta experiencia estudiando a los líderes del ámbito gerencial, declaró en una entrevista a finales del siglo XX que “los líderes empresariales con conciencia cívica están siendo sustituidos por gerentes siempre en tránsito, que acumulan millas de vuelo”. Su reflexión, para ese entonces, aludía directamente al carácter global y acultural que acentuaba progresivamente a las figuras que ocupaban –y ocupan– los puestos de mando de las grandes empresas multinacionales. Su constante movilización de residencia y el poco involucramiento con la vida del territorio donde opera la compañía que le paga un sueldo por agenciar lo necesario para obtener la máxima utilidad posible, se estaría reflejando en un compromiso social netamente técnico o utilitario con el entorno.

Esa tendencia lejos de decrecer, se avizora con mayor intensidad y es referida con frecuencia en la literatura empresarial contemporánea. Pero por otro lado, el papel del empresario fundador, asociado o heredero, aún le imprime al mundo de los negocios (globales, regionales o locales) una cualidad de horizonte signado por autenticidad en la acción y el pensamiento social. Según un trabajo especial editado por el diario argentino “El Cronista Comercial” (2011), el aporte a proyectos solidarios de 10 filántropos globales dan ejemplo de visiones particulares sobre el progreso de la sociedad. Nombres como Bill Gates, Warren Buffet, Stephan Schmidheiny, George Soros, Melissa Kwee, entre otros, más allá de destinar grandes sumas también imprimen un sello e impulso a temas o causas específicas, producto de su propia reflexión o convicciones en cuanto al mundo que pudiera llegar a ser. Caso, por ejemplo, de Schmidheiny, quien impulsó la creación de instituciones de impacto como FUNDES o el Consejo Mundial para el Desarrollo Sustentable.

Para Patricia Aburdene (2006), célebre “gurú” en el campo de las tendencias futuras globales[1], los líderes de empresas –tanto sus fundadores como sus directores ejecutivos– han comenzado a describir paulatinamente un comportamiento más espiritual y socialmente consciente. Lejos de ser un atributo tangencial, es una parte visible y estratégica de su acción empresarial. Su visión de la responsabilidad social se orienta en ese sentido, y la describe como:

Amor, justicia y verdad en acción. Cuando un activista corporativo proyecta la luz sobre reglas opacas de administración y aumenta la transparencia o expone la pobre trayectoria ambientalista de una compañía, está ensanchando la conciencia, exactamente igual que si hubiera construido un centro de meditación. (…) ‘Espíritu de negocios’ y ‘responsabilidad social corporativa’ representan dos lados de una misma moneda,  las dimensiones interna y externa de un mismo fenómeno juntas, estas nuevas direcciones transformarán el capitalismo en los próximos diez o veinte años  (Aburdene, 2006, p.53).

Ella defiende la viabilidad de un capitalismo revitalizado mediante la transformación espiritual. La historia podrá registrar ese paso hacia un “capitalismo consciente”, caracterizado por ser una matriz dinámica en la que se mueve la libre empresa junto con actores sociales con capacidad para influenciar, modelar o presionar a favor de una mayor integridad en los negocios, búsqueda de trascendencia, mayor respaldo del consumidor, entre otros. “La alquimia del capitalismo consciente transmuta el insumo de conciencia humana en el deseable resultado de utilidades materiales y sociales” y para alcanzar ese estado, resalta Aburdene, es clave que los líderes de empresas logren victorias personales. No lo menciona, pero es una idea afín a los mundialmente divulgados “7 Hábitos” de Stephen Covey (1990) para la gestión eficaz de sí mismo. Específicamente, Aburdene es partidaria de fomentar en las empresas el autodominio y el conocimiento de sí a través de prácticas en la esfera espiritual, a partir de que espiritualidad significa “sed de algo más: de la paz interior, de la autorrealización, de las cosas que, como diría la abuela, no se compran con dinero”. La define como una pasión personal, por lo que la búsqueda de la espiritualidad “es la mayor megatendencia de nuestra era”.

La idea no es nueva. Cuando John Naisbitt, coautor con Aburdene de “Megatendencias 2000”, vino a Venezuela para asistir al Congreso Mundial de Gerencia, en el año 1990, hablaba de la globalización y la revisión del hombre, del sentido de su existencia. Tuve el privilegio de entrevistarlo, conjuntamente con mis grandes amigas y colegas -para ese entonces compañeras de tesis- Claudia Furiati y Narvin Delgado. Investigábamos el nexo entre imagen corporativa y responsabilidad social. En ese breve encuentro, Naisbitt nos explicaba el vínculo entre humanización y globalización: el hombre contemporáneo se encontraba en un momento de re-examinación de su objetivo de vida, buscando respuestas y vías para la revitalización de su espíritu.

En el caso de los empresarios ese planteamiento ha evolucionado y se ha revitalizado a lo largo del tiempo. Es frecuente la presencia en las discusiones o reflexiones en las citas o mega-encuentros globales que marcan pauta en la acción de los gobiernos, la sociedad civil y el sector privado, especialmente el Foro Económico Mundial. Al carácter subjetivo, íntimo, de la inquietud personal, hay una dimensión moral en el ejercicio del liderazgo que es nutrida por la necesidad de sostener la operación de los negocios, en un mundo cada vez más competitivo, cambiante e hiperconectado. Son desafíos complejos que ponen a prueba la ética de un líder en los negocios, tal como reitera el profesor Emeterio Gómez en gran parte de su obra.

Hombres que marcaron huellas

En el caso de Venezuela, la historia ha dado cuenta de personajes visionarios desde los lejanos años 60, que cooperaron o impulsaron iniciativas que significativamente impactaron a la sociedad local. Frecuentemente se suele citar a Eugenio Mendoza Goiticoa como la figura más notoria, pero otros también sembraron un camino de empresarialidad socialmente involucrada, visionaria y con actitud transformativa, por el significado personal que atribuían a esa postura de vida que marcó significativamente la vida de muchas personas.

Un caso hoy en día poco citado, pero altamente valioso, fue el ejemplo de los hermanos Hans y Lotar Neumann[2], quienes siendo muy jóvenes trajeron a Venezuela no sólo sus conocimientos de oficio sino sus inquietudes en arte y educación. En otra de las entrevistas realizadas en nuestra mencionada tesis de pregrado, Hans Neumann -hoy fallecido- nos explicaba su visión el nexo entre la imagen corporativa de la Corporación Industrial Montana (Grupo CORIMON) y las iniciativas que conducía la Fundación Neumman. “La meta nuestra es mejorar el ambiente donde operan las empresas, pero es independiente a la buena imagen o no de ellas. Cada empresa está haciendo su relación con la comunidad que los necesita, pero la Fundación no la reemplaza”. En su análisis sobre las estrategias que muchas empresas habían comenzado a aplicar apoyadas en la integración de imagen corporativa y Responsabilidad Social, él indicaba que hacerlo de esa manera era la manera de buscar o consolidar la aceptación externa del negocio (es decir, “goodwill”).

hans.neumann.empresario
Hans Neumann, empresario de origen europeo que impulso innovadores proyectos en educación, el arte y la civilidad, en Venezuela.

Sin embargo, Neumann en particular era un abanderado de involucrar a su Fundación en actividades que aunque pudieran parecer controversiales –como el fomento de la paz en América Latina– tuvieran como propósito contribuir con un entorno propicio para la perdurabilidad de las empresas. Para este empresario era conveniente separar lo corporativo, incluyendo la necesidad de agenciar relaciones con la comunidad, de lo Fundacional, cuyo rol era integrarse o aliarse con agentes de cambio y mantener la visión en el largo plazo: construir un mejor ambiente ciudadano. Es una perspectiva que bien pudiera ser afín con el pensamiento empresarial de otros hombres y mujeres que han impacto conscientemente a la sociedad venezolana mediante sus negocios, cuyas historias e iniciativas son mencionadas o descritas por Charo Méndez en su libro “Responsabilidad Social de Empresarios Empresas en Venezuela durante el Siglo XX”.

Hoy en día vincular responsabilidad social y el quehacer de los empresarios no involucra exclusivamente el espacio de la gran corporación, tradicionalmente más proclive a desplegar iniciativas con holgado respaldo de recursos y facilidades técnicas, además de las competencias y atributos de personalidad de sus propietarios. Es también una noción extensible a los dueños de pequeñas y micro empresas, tema que abordaremos en una próxima entrega.

@xiomarayamil

[2] La Fundación Neumann fue una institución nacida de la integración del Fondo Cultural Hans Neumann y la Fundación Lotar Neumann para satisfacer las inquietudes de acción social de ambos hermanos en la cultura y la educación. Sus iniciativas –tanto propias como en coauspicio con otros actores- fueron vanguardistas e innovadoras para la época. Entre ellas vale resaltar la producción del programa educativo infantil “Sopotocientos” recordado por su alta audiencia y calidad pedagógica, que fue transmitido por la televisión estatal; así como también la creación del Instituto de Diseño Neumann, cuyos egresados consolidaron un legado importante por su exitoso desempeño en el mundo de las artes gráficas.

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