La incertidumbre y amenazas del entorno son desafíos complejos que ponen a prueba a la ética del ser humano y el reto de liderar en los negocios
Hace unos 7 años se nos invitó a participar en un Foro organizado por el diario Tal Cual, RSE en el marco del Socialismo del Siglo XXI. En el mismo insistí en diferenciar el tema de lo usualmente discutido en el resto del continente o del planeta en sí, porque en Venezuela el enfoque de la gestión guardaba una fuerte conexión con las estrategias y tácticas de supervivencia de los negocios, de cara al contexto territorial o nacional. La variedad de esfuerzos y sus vertientes se correspondía con el espectro de realidades empresariales, especialmente con la necesidad ejecutiva de mostrar una faceta congeniante o sincrónica de la organización con el discurso de lo social. En ese margen de maniobra la ejecución de iniciativas y programas de inversión social pudieron haber cooperado táctica o estratégicamente en el afán de sobrevivencia, durante un tiempo. Sin embargo, ese interés de mostrar una faceta de negocio socialmente responsable, no garantizó, en muchos casos, la negativa incidencia de factores o decisiones externas en el naufragio corporativo.
En la reflexión aportada al referido Foro, mencionábamos la necesidad de resituar a la responsabilidad social, como una versión contemporánea de la “salvación” (del otro, de la comunidad, del planeta…) y ubicarla en el compromiso proactivo del individuo consigo mismo, y partir de allí, con su rol con el otro y con la sociedad. Un ciudadano corresponsable de su vida, su entorno, su destino. Las empresas que lograran un sistema social interno abundamente signado por el hábito individual de liderar su propio destino y hacerse corresponsable del bien común, albergaban más probabilidades de llegar más lejos en sus metas y en su trayectoria.
Hoy en día, cuando Venezuela se estremece como nunca desde todo punto de vista y temerosamente paciéramos fluctuar entre los escenarios “Turbulencia y déficit de confianza” y “Mad Max”, según describe el estudio “Future Role Civil Society” (World Economic Forum, 2013) la responsabilidad moral de un liderazgo constructivo, inspirador, se hace imprescindible. En esa tarea tienen un rol fundamental quienes ocupan puestos de alta responsabilidad en la toma de decisiones y conducción operativa de las empresas. Porque son quienes, desde lo cotidiano, crean y promueven significados en la vida de muchas personas. Más allá de modelar valores y otros códigos corporativos, hay un modelaje en el hacer, y esa labor implica ciudadanía.
En los textos del profesor Emeterio Gómez, en su interés en asociar ética y quehacer empresarial, se insiste en el ejercicio de la responsabilidad moral como una necesaria vía para el cambio. Entre sus contundentes (y muchas veces polémicas) ideas cito:
Porque no se trata de la ética, tal como la archifracasada cultura occidental nos la ha vendido. No creemos en eso de “tener” unos de valores que son sólidos& hasta que la realidad los pone a prueba. Ni se trata de que “se estén perdiendo los valores”. ¡Se trata de que el político, el empresario y el gerente le compitan al sacerdote! Se trata de inducir a la gente a penetrar un poco en su dimensión espiritual, para descubrir esa cosa aberrante y profunda que es nuestra Animalidad, nuestra Psiquis, el millón de años que vivimos con las bestias. Podemos descubrirle a los militantes su dimensión moral, sagrada, su espiritualidad más profunda, su religiosidad. Se trata de inducirlos a HUMANIZARSE ¡HUMANIZÁNDONOS nosotros!, apelando a la dimensión trascendente del Espíritu que también, al lado de la bestia, habita en el alma. Esto -con más modestia- es lo que andamos pregonando por todo el país, junto con un grupo de queridos amigos, en los talleres de Conindustria, dentro del programa ALIANZA PARA EL DIÁLOGO: el acercamiento espiritual entre ricos y pobres, obreros y empresarios, excluidos e incluidos.
La sobrevivencia en momentos de alta amenaza e incertidumbre implica, muchas veces, ejecutar acciones desde el ámbito más reptil y emocional del individuo, pero también es oportunidad y construir nuevos significados que fortalecen y cooperan para salir adelante y elevan el sentido de lo humano. En la conocida obra de Viktor Frankl, médico sobreviviente del exterminio nazi, se explica extensamente esa noción.
Liderazgo constructivo e inspirador
No hay un mañana diferente sin antes visualizarlo y creerlo posible. Tampoco se logra sin un claro sentido de dirección, de tomar decisiones y definir pautas de acción conectadas con algún propósito y sentido. Eso es lo usual dentro de la lógica operativa, en un sistema cerrado. Ocurre lo contrario en la vida actual de una sociedad llamada postmoderna, “líquida” o compleja, siendo necesario un sentido de visión del lugar que se ocupa así como el efecto o las consecuencias de mis propias decisiones, en un mundo hiperconectado. En una población laboral donde predomina la rutina mecánica, esa idea suele ser poco elaborada o visible, por no decir que ausente.
Hay una tendencia actual en señalar la necesidad de impulsar el cambio en la noción del liderazgo. De ese carismático y autoritario, tóxico, al constructivo, integrador e inspirador. Un reciente estudio global de la organización How Report muestra que las Organizaciones Autogestionadas son las más exitosas, se inspiran en un propósito y se sustentan en valores, cuentan con autoridad ética y moral, entre otros rasgos. En ellas el liderazgo inspirador es clave. Bajo el término “Economía de lo humano”, se identifica cu un ecosistema donde los líderes además de contratar conocimiento también promueven la contratación de corazones. “El mundo no sólo está cambiando rápidamente, también está viéndose dramáticamente redefinido”. Allí, el modelo de la zanahoria y el garrote es sustituido por un sistema de valores compartidos.
El empoderamiento y la responsabilidad individual es un componente de las organizaciones auto-gestionadas, así como la colaboración mutua. Lamentablemente, según allí se describe, en el planeta abundan todavía las organizaciones signadas por la Obediencia Ciega y la Sumisión Informada, en las cuales la práctica del liderazgo se parece más a la figura del capataz o de un carcelero.

Es un reto para hombres y mujeres que dirigen las empresas, para la sobrevivencia y evolución de las mismas, asumir el reto de re-situar su organización y cultivar la confianza, el carácter, la trascendencia y la consciencia activa. Emeterio para apoyar la idea del trascendente rol del empresario y los líderes de las empresas para ser los “sacerdotes”en la conversión espiritual, de su gente bajo la noción de transitar hacia un futuro mejor. No limitarse a ser artífices de la salvación ante las amenazas y posibles peligros del entorno. Ese idea de ser un agente de cambio en lo más profundo de cada persona bajo su indirecto tutelaje organizacional ocurre, sí y sólo sí, además de proponer claridad en la visión y cambios de timón necesarios para la superación de obstáculos corporativos, comparten información y respuestas válidas incluyendo las más difíciles, impulsan en su gente la conexión consigo mismos y los llevan a preguntarse por el sentido de su acción. El apoyo externo es válido y oportuno, pero la voz como cantante principal no se delega.
La responsabilidad moral no es sólo una tarea de una persona con alto rango o nivel de autoridad. Abarca a cada miembro de una organización porque cada quien es dueño de su aprendizaje y del impacto consciente, voluntario, del mismo en un tercero. Sólo que alguien debe comenzar, inspirando, modelando con el ejemplo, tocando corazones y escuchando al otro como un legítimo otro. Llegar a ese momento es un estadio de evolución personal. Capacidades más humanas.

La responsabilidad moral del líder socialmente responsable es inspirar. Es conducir la navegación de un barco en aguas extremadamente turbulentas y baja visibilidad. Entre sus herramientas, el temple, la convicción y transmitir a otros una reflexión abierta tanto por lo que ocurre adentro, como aquello que pasa del portón hacia afuera, porque todos somos ciudadanos. El país comienza en casa. Asumirlo es parte de reinventarse y de transitar hacia un nuevo modelo de sociedad.
[…] De acuerdo a Shutz, el sentido es resultado, consecuencia, del acto posterior a la experiencia. Nace de la reflexión en el presente sobre lo pasado. La realidad se construye a partir de lo ejecutado en un tiempo específico, con intencionalidad. El sentido que tenga para un empresario un hecho social dependerá de su pre-concepción del mundo, la interpretación de lo que en él ocurre y la constante auto-referencia. Se suma a ello el factor ético, la conexión que haga de sí mismo con esa construcción del entorno y su red de relaciones. Dada la velocidad de los cambios en la sociedad de hoy, complejizan la comprensión. Pero es necesario para la combinación del deber ser en la gestión confiable y oportuna de la responsabilidad social empresarial. […]
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[…] una aguda situación de crisis de amplio espectro, sin precedentes en la historia del país. La sobrevivencia se […]
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[…] aunque no puedan verse con claridad, aún. La tormenta sigue en curso. Es necesario citar la reflexión moral, eje importante en la gestión de responsabilidad social. Está sucediendo ante la digitalización de la vida y ante otras incidencias del control social […]
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